martes, febrero 10, 2009

Como la historia de Patrick Süskind, donde su personaje descubrió su olfato, va captando las pasiones, enamora, huye y se lamenta en un arco iris de poemas que dejan ver las costuras del alma, se refugia, calma deseos biológicos, como quien mata el hambre en restorán de comida rápida, una vez, otra, mirando a lo lejos crecer hijos de su amor en vientre de otras, y vuelta a la búsqueda de ese perfume idílico, acrisolado en las llamas donde se consume, su sangre es su tintero, se cose la boca y grita desorbitando las cuencas por la expresión que no brota, amarra sus manos y se lanza buscando en el dolor la oda que expresa su ausencia de alas, o la comodidad de una jaula con agua y millo, de puertas abiertas, de donde cada invierno escapa y se hace polizón de millas ajenas buscando el verano que ya lleva en un vientre que no fragua.
Gota a gota se van llenando las páginas, pero a diferencia de Grenouille, es ella la que va muriendo en cada libar de las urupaguas. ¿Por qué no escribir ficción, por qué no reportera de acción? ¿por qué no morir sonriente, conmigo en la barricada?
Ángel Rivero
Febrero 10, 2009